Amor de cachorros
“¡Pero mamíii! ¡¡Es GRATIS !!”. Mis hijos estaban saltando, gritando, quejándose y provocándome, todo a la vez, algo que solo puede tener una causa: un cachorro “gratis”. Aunque me encantan los perros, y especialmente los cachorros, también soy lo suficientemente realista como para saber que un cachorro “gratis” realmente no lo es.
Claro, podríamos llevárnoslo, oler ese irresistible aliento de cachorro mientras se acurruca en el regazo de los niños al volver a casa, pero al final del día ese cachorro “gratis” necesitará comida, un collar, un cuenco de agua, refrigerios y un lugar para dormir. Más adelante habrá facturas del veterinario, habrá que comprar zapatos nuevos para reemplazar los que muerda y prevención contra pulgas y garrapatas. ¡El perro terminará costando tanto como un nuevo juego de llantas en el transcurso de un año! Eso contando solo el dinero, no el tiempo.
Luego tendremos que planificar quién le cuida cuando vayamos de vacaciones o estemos fuera más tiempo que el típico día de trabajo. Necesitará paseos, que le acaricien la panza y un lugar seguro para jugar dentro o fuera. Se convertirá en parte de nuestra familia, tendrá su propio adorno de Navidad o incluso su propio árbol. Ese perro nos contagiará en nuestros corazones aun cuando vuelva a hacerse caca en casa. Será el único con el mi hijo hable cuando no pueda hacerlo conmigo. Mi hija encontrará consuelo al acariciar su pelaje cuando se sienta sola. Ese amigo peludo nos hará recordar cómo es recibir amor incondicional.
Siempre que esté alimentado, nos perdonará por pisarle sin querer la pata o por no cepillarnos los dientes. A pesar de que sabe bien que nuestra ropa huele a otro, simplemente se frotará contra nosotros para hacernos “suyos” nuevamente. Encontrará su tribu y será leal. Un amigo mío solía decir cuando éramos jóvenes y solteros: “Me casaré cuando encuentre a alguien que me ame tanto como mi madre o mi perro”
¿Cómo hacen eso las mascotas? ¿Cómo entran en nuestras vidas y en nuestros corazones de manera que nos preguntemos: “¿Por qué estoy aquí afuera, lloviendo con frío y en la oscuridad a las 4:00 de la mañana con una correa para que un perro pueda orinar?”. O reflexionamos: “¿También dormiría en el piso con mi esposo si le hubieran operado y no pudiera subir a la cama?”.
Todavía lloro tanto por la preciosa mascota que perdí en agosto de 2009 que me pregunto si me pasa algo. Solo de pensar en ella me hace llorar, pero ese perro… orinó en la almohada de David más de una vez después de casarnos y de mudarse a nuestra casa. Ella nunca lo aceptó como uno de nuestra tribu, y a él nunca le gustó demasiado, pero era bueno con ella. Su oído falló y luego su visión se deterioró. Después se volvió incontinente, y sospechamos que tenía algo de demencia. La última vez que me vio, aún meneó la cola cuando entré en la habitación.
Aparte de los niños y la pareja, hay pocas cosas que aceptemos que requieran un trabajo tan arduo y, sin embargo, las amamos de todos modos. Las mascotas nos hacen así. La recompensa es más grande que el esfuerzo que hacemos, incluso cuando el trabajo es considerable. Cuando amamos a nuestros hijos, no nos importa tanto cuando necesitan comer a la 1:00 de la mañana y se despiertan llorando a las 2:30 y luego hay que darles de comer de nuevo a las 3:45 y tenemos una reunión en el trabajo a las 8:00 de la mañana. Simplemente lo hacemos y lo volvemos a hacer al día siguiente.
Cuando estaba saliendo con David, le conté a una amiga el ruido terriblemente desagradable que hace cuando se cepilla los dientes y se despeja la nariz. Ella me dijo algo importante: “Sabes que tienes un problema cuando el ruido se vuelve atractivo. Cuando el ruido no te moleste, debes preocuparte”. Más de veinte años después, no estoy segura de que el ruido sea atractivo, pero es reconfortante. Es él. En NUESTRO baño compartiendo lo ordinario y lo extraordinario conmigo todos los días.
Por qué keto es como el amor de juventud
Y así es como me siento con respecto a la la gripe keto, comprar ropa más pequeña. Espera, ¿comprar ropa más pequeña? Sí. La ropa más pequeña ha sido una parte importante de este camino para mí. Tuve que aprender a cocinar de manera diferente, pero también me deshice de los medicamentos para el dolor y la inflamación.
Al principio, comprar la comida me tomaba mucho más tiempo porque tenía que leer cada etiqueta y lista de ingredientes. Cuando finalmente comencé a comprar ingredientes en lugar de comprar alimentos con ingredientes, se hizo más fácil. Y me volví más sana.Pedir en restaurantes o comer con amigos requirió coraje cuando comencé. Hubo momentos en que me preocupó que pensaran que estaba siendo demasiado quisquillosa o “difícil”, pero las recompensas de salud han valido la pena. Al igual que cuidar a una mascota o un ser humano querido, keto se trata de cuidarte a ti mismo. Cuando se toma el tiempo para hacer el esfuerzo, se obtienen los beneficios.
¿Ha sido fácil? No siempre. ¿Ha valido la pena? Sin duda. Comer de forma cetogénica es delicioso, ¡y me siento genial! Tengo una vida que es casi todo lo que siempre he querido. ¿Lo haré durante el resto de mi vida? Sí. La dieta cetogénica probablemente me alargó la vida. A menos que me atropelle un auto a las 4:00 de la madrugada, parada bajo la lluvia en la oscuridad sujetando una correa para que mi perro pueda orinar.
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