Ajustar las convicciones para mantenerse al día con la ciencia
A todos nos ha pasado. Abres un periódico —o más probablemente la computadora o Twitter en el celular— y ves un titular que contradice de forma directa lo que creías con firmeza que era cierto.
¿Qué haces?
¿Deshechas de inmediato tu firme convicción por un titular o un estudio científico?
¿Descartas directamente el titular y el estudio porque “no puede ser verdad” teniendo en cuenta lo que piensas?
O, como tercera opción, ¿abres la puerta a replantearte tu convicción y evaluar la ciencia por separado?
Debería estar claro que la tercera opción es la “mejor”, pero también puede ser complicado llevarla a cabo.
Un buen ejemplo es el uso de la terapia de reemplazo hormonal para tratar a las mujeres en la postmenopausia para la mejora de la salud ósea y la prevención cardiovascular. Los estudios observacionales y el consenso médico decían que debíamos proporcionarles la terapia de reemplazo hormonal. Yo lo hacía cuando era residente; como también lo hacían los médicos especialistas. Y nunca observamos ningún problema por ello. Nos sentíamos bien por ayudar a la gente, y creíamos firmemente que era lo correcto.
Algunos años después, un gran estudio aleatorizado y controlado mostró que la terapia de reemplazo hormonal para las mujeres en la postmenopausia empeoró el riesgo de cardiopatías. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo habíamos estado equivocados durante tanto tiempo? Fue una gran sorpresa que nos forzó a mí y a todos los demás médicos a revaluar nuestras convicciones.
Pronto nos dimos cuenta de que estábamos “equivocados” y comenzamos a desaconsejar a las mujeres la terapia de reemplazo hormonal. Era peligrosa. A pesar de los beneficios para la salud ósea, no debía usarse.
Entonces, comenzaron a producirse debates con más matices. “Un momento”, dijeron algunos. En ese estudio se usó una terapia hormonal de reemplazo oral específica. Otros métodos de administración podrían tener efectos fisiológicos totalmente distintos. El estudio mostró perjuicio en las mujeres que fueron tratadas “tarde” tras acabar la menopausia, no en las que se trató temprano. Después, hubo más rectificaciones específicas.
Se pasó de “No recetes la terapia de reemplazo hormonal, ya que es peligrosa de forma uniforme…” a “Un estudio no puede evaluar todos los aspectos del tratamiento, por lo que debemos aplicar los hallazgos de forma más selectiva”.
Sí, es cierto. Los estudios aleatorizados controlados son una evidencia de mayor calidad que los estudios observacionales. Pero eso no los hace perfectos.
Los científicos diseñan los estudios para probar una hipótesis específica en un grupo particular de personas durante un periodo de tiempo preespecificado. Los estudios aleatorizados controlados pueden responder muy bien las preguntas bajo esas restricciones.
Pero ¿puede un estudio revertir las convicciones médicas sobre todo un campo? ¿Cambió un solo estudio controlado y aleatorizado el uso de la terapia de reemplazo hormonal? Al comienzo, pareció que sí, pero ahora nos fuerza a la mayoría de los médicos a pensar más sobre las opciones y formulaciones correctas. No es algo generalizado que implique “sí o no”, “bueno o malo”. Nos obliga a aceptar los detalles y a aplicarlos para ayudar a nuestras pacientes de forma individual.
Así es cómo pienso respecto al estudio de alimentación de tiempo restringido que acaba de publicarse en JAMA Internal Medicine. Ya he hablado de él en una publicación anterior, y algunas personas han expresado reticencias por ella. Muchos de los comentarios fueron alentadores, pero otros, con justa razón, cuestionaron mi actitud defensiva.
Y eso me hizo pensar. ¿Cuál es el equilibrio adecuado entre cuestionar un estudio, hablando de los detalles y matices frente a cerrarme a la posibilidad de que pueda estar equivocado?
Me gustaría pensar que no me ciegan mis convicciones ni que tampoco soy incapaz de aceptar que algunas de mis ideas actuales estén equivocadas. La ciencia es eso, descubrir qué hipótesis son falsas. Mis teorías sobre la alimentación con tiempo restringido provienen de estudios publicados, algunos son estudios aleatorizados controlados, pero muchos son estudios no aleatorizados, además de mi propia experiencia personal y profesional.
El nuevo estudio es una contribución esencial a la ciencia. Es un estudio, con un diseño del ensayo, que pone a prueba una situación específica. Los resultados merecen ser tenidos en cuenta seriamente.
Pero también merecen ser cuestionados, descifrados y analizados para entender cómo pueden cambiar o afianzar nuestras convicciones.
Así es cómo funciona la ciencia.
¿Mis conclusiones?
- Los alimentos que comemos importan.
- Consumir la proteína adecuada importa.
- El momento en que comemos sigue importando.
- La actividad física, el sueño y los estilos de vida saludables siguen importando.
Pero no es tan sencillo como “mientras sea en un intervalo de alimentación de ocho horas, puedes comer todo lo que quieras”. Si bien yo no pensaba que este tipo de ayuno fuera el mejor enfoque y tampoco lo recomendaba, sí creía que podía ser cierto. Gracias a este estudio ya no creo que eso sea totalmente así.
Todos nos podemos beneficiar de saber que la alimentación con tiempo restringido no es toda igual. Tampoco es una panacea. Pero no nos deshagamos totalmente de la idea, evaluemos lo que sabemos y lo que no, y pensemos en el mejor enfoque para cada persona teniendo en cuenta su situación individual.
Gracias por leernos,
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