Soy Inés, de Montevideo, Uruguay. Descubrí la dieta cetogénica a partir de tener la presión alta. Tenía mareos, me levantaba a la noche muy mareada, veía…veía… la visión se me esfumaba, tenía mucho nerviosismo, palpitaciones… Y bueno, descubrí que tenía presión alta.
Me asusté, empecé a comer sin sal, sin grasas, todo light, no sé qué… y como mi consulta tenía para quince días después con el médico, llamé a un amigo en Estados Unidos que es médico, y le dije: “Leeme los estudios, decime si estoy para morirme o que… yo ya empecé dieta sin sal, sin grasa, sin nada”. Me dice “no, no no, está todo al revés” me dice, “tenés que comés grasa, tenés que comer sal”. “¿Cómo?, pero tengo hipertensión, ¡tengo colesterol!” “Tenés que comer grasas y tenés que comer sal. Estoy entrando en consulta, buscá en Internet”.
Y ahí encontré a Diet Doctor, buscando, puse “colesterol, grasa, presión arterial”, no sé, encontré. Me resonó, totalmente resoné con el concepto de una alimentación mucho más… primitiva si se quiere decir, o saludable, o natural…
Y bueno, dije, yo me animo, o sea, esto tiene que estar bueno. Qué más que probarlo en mi propio, por mi propia experiencia, o sea, tengo que… 15 días, 14 días, no cuesta nada, voy a probarlo.
Lo primero que hay que vencer es el miedo al demonio que tenemos, al demonio de las grasas. Porque claro, fue toda la vida pensando que las grasas son malas, y de repente, tenés que aumentar la materia grasa en tu alimento, es como muy, que la cabeza queda haciendo cortocircuito. Y sin embargo, funciona. Entonces, al principio es como un paso de confianza.
Y desde entonces me siento bárbaro, no tengo presión alta, ya está, como con sal, marina por supuesto, grasas, todo lo que indica la dieta, pero… ¡feliz!
Estaba con mucho sobrepeso, además. Tenía… yo bajé 8 kilos en este tiempo. 8, 9, sin esfuerzo. ¡Por primera vez en la vida!, porque no tuve que hacer ningún esfuerzo en hacer… no pasé hambre, no me costó nada hacer ayuno cada tanto, cuando al principio decían de hacer ayuno intermitente yo decía, “no, yo jamás, me encanta comer, no voy a aguantar”. Acostumbrada, supongo, a los bajones de glucosa que toda la vida tuve, que cada tanto, después de desayunar, al rato, tenía que comer o una galletita, o una fruta o algo.
Otra cosa que noté es… dolores. Yo tenía a veces dolores en las manos y en los pies cuando me levantaba, y se lo adjudicaba, bueno ya, a la edad. Tengo cincuenta y largos… Sin embargo, esos desaparecieron. Jaquecas, cada quince días yo tenía unas jaquecas intensas, que, quizás un día entero yo pasaba out. No podía ni atender el teléfono, ni mirar luz, ni… nada. Y nunca más tuve. Yo se lo adjudicaba a ataque al hígado y dije, bueno, cuando empiece a comer grasas, esto si estalla… bueno, dejaré. Y al contrario, nunca más me vinieron.
Es loquísimo, porque es una dieta totalmente al revés de lo que uno piensa. Adelgazás comiendo rico, grasa, -o sea, comida sabrosa-, ¡y adelgazás!. Y revertís cosas, o sea, sanás. Sobre todo, lo que me doy cuenta es que es un estilo de vida nuevo para mi.
Fue una elección que me cambió la vida, de verdad. O sea, pienso que esto va a ser mi alimentación para siempre.