Un estudio genético muestra que el LDL y la tensión arterial importan
¿Tiene importancia el colesterol LDL para la salud cardíaca?
Se ven muchas publicaciones en las redes sociales en las que se afirma que el colesterol LDL es irrelevante para la gente que come bajo en carbos. Cabe destacar que gran parte de la gente no necesita rechazar el colesterol LDL como un factor de riesgo de cardiopatía para justificar la dieta baja en carbos, ya que la mayoría de los estudios muestran que el colesterol LDL no aumenta con una dieta baja en carbos.
Pero, ¿y en el caso de que el LDL suba? ¿Debería preocuparnos?
Así lo afirma un nuevo estudio publicado en JAMA, señalando que debemos prestar atención a la exposición durante toda la vida al colesterol LDL y a la tensión arterial sistólica (la cifra más alta al medirnos la tensión).
El estudio es de los denominados estudios de aleatorización mendeliana. Es un término algo inadecuado, pues no existe una aleatorización real, pero ya que analiza a personas con distintos marcadores genéticos, se considera que hay “aleatorización” en el nacimiento debido a que algunas personas tienen ciertos rasgos genéticos y otras no. Los autores lo ponen en perspectiva:
Lo ideal sería llevar a cabo un ensayo aleatorizado para resolver esta duda y así minimizar el efecto de confusión que puede darse en los estudios observacionales. Sin embargo, un ensayo aleatorizado que analice la asociación entre mantener una exposición prolongada a unos niveles más bajos de colesterol LDL y de tensión arterial sistólica con el riesgo de cardiopatías tardaría décadas en realizarse, por lo que es poco probable que se haga.
El estudió evaluó a más de 430.000 voluntarios con una edad media de 65 años y hubo un seguimiento de entre 8 y 12 años (pero debido a que se trataba de diferencias genéticas, la hipótesis era que contaban con rasgos desde el nacimiento y, por lo tanto, el seguimiento es de seis o más décadas). Las personas con una predisposición genética a unos niveles más bajos de colesterol LDL, de media 15 mg/dl menos, tuvieron un riesgo relativo de complicaciones cardíacas un 26 % menor (definido como ataque al corazón, stent o muerte de causa cardíaca). Además, las personas con una tendencia genética a una menor tensión arterial, de media 3mm/Hg, tuvieron un riesgo relativo de episodios cardíacos un 17 % menor.
Todo esto suena inequívoco y parece indicar que una exposición durante toda la vida a un colesterol LDL y una tensión arterial menores redujo los episodios cardíacos. Pero ahora viene la parte complicada. ¿Qué ocurrió con la mortalidad general? Un estudio de este tamaño es perfecto para informar del riesgo de mortalidad general, no solo de complicaciones cardíacas. Pero no se hizo.
Aunque está bien conocer los riesgos relativos, ¿qué hay de los riesgos absolutos? ¿El riesgo de complicación cardíaca se redujo de un 2,00 % a un 1,48 %? ¿O de un 30,0 % a un 22,2 %? En ambos ejemplos hay una disminución del 26 %, pero las implicaciones para esa persona serían muy distintas.
Otra duda razonable es en qué medida podemos generalizar estos hallazgos para las personas sin una predisposición genética que les haga tener el colesterol LDL o la tensión arterial más bajos. Los autores reconocen este matiz en la siguiente cita:
El presente estudio no proporciona evidencias de que los resultados asociados con los hallazgos intrínsecamente fisiológicos, como unos niveles más bajos de colesterol LDL o de tensión arterial sistólica de forma natural sean iguales que los resultados que estarían asociados con tratamientos con medicamentos extrínsecos y otras intervenciones para conseguir niveles similares de colesterol LDL en plasma o de tensión arterial sistólica.
Aunque sus datos apoyan la hipótesis del colesterol LDL, no se puede saber si reducirlo con medicamentos sería beneficioso.
Además, ¿cuál eran los valores iniciales de salud de los voluntarios? Ya que es básicamente un ensayo “aleatorizado”, todos los valores iniciales fueron los mismos, así que no tenemos que preocuparnos sobre el sesgo de usuario saludable ni de variables de confusión obvias.
Sin embargo, los valores iniciales de la relación de triglicéridos y HDL del grupo fueron de media de 2,7. Ese es un marcador potencial de resistencia a la insulina o disfunción metabólica. Otros estudios han mostrado que la correlación del colesterol LDL con las cardiopatías depende de los niveles de colesterol HDL y de la relación entre los triglicéridos y el HDL. ¿Habrían sido diferentes los resultados en personas con una relación de triglicéridos y HDL de 1 o menos? ¿Y en personas que siguen una dieta baja en carbohidratos? ¡Me encantaría saber la respuesta!
Ya que no existen, tenemos que registrar estos nuevos datos como un resultado que favorece que prestemos atención al colesterol LDL y a la tensión arterial en vez de ignorarlos como si no fueran importantes. Aunque es posible que sea una conclusión poco popular en el mundo de los bajos carbos, se fundamenta en una cierta serie de evidencias.
Asegúrate de hablar del colesterol, la tensión arterial y la salud en general con tu médico para saber qué enfoque es más adecuado para ti.
Gracias por leernos,
Dr. Bret Scher, FACC
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